Sin Título

30.1.09

***

"...Y de esa forma había terminado todo.

Ya Christian no estaba y Rachel supo, en ese preciso momento, que su corazón se había marchado con él. Ya no volvería a verle, no se refugiaría en su mirada.

Ya no quedaba nada.

Sólo vacío… simplemente soledad.

Un corazón que latía, por simple y mero compromiso con la vida. Con una vida que Rachel no tenía idea de cómo vivir. Una vida que la había llevado a Forks, la había hecho conocer a Christian, la misma vida que le había hecho amarlo con cada fibra de su ser… y la misma que ahora le alejaba de él. Una vida que había recomenzado en aquel pueblo y que, ahora terminaba en ese mismo lugar.

Rachel debía confesarse a sí misma, que marcharse de aquel pueblo era la segunda cosa más difícil que había decidido hacer en su vida. Superada, únicamente, por el hecho de tratar de superar la muerte de sus padres.

Y en un momento como éste, simplemente puede haber una conexión importante: el enlace de una mente, un corazón y una persona. Una mente que trata de sobrellevar la situación que causa tanto dolor a un corazón que no se cansa de llorar, de gritar, de suplicar… de rezar porque le devuelvan la vida, o simplemente, porque no lo dejen morir. Y todo eso unido a una persona que no sabe si intentar superar también este dolor o dejarse vencer por los estragos que causa en su vida.

Un momento de indecisión… un momento de lucha interna. Un momento para dejarse caer, sabiendo que el suelo empapado no sería nada en comparación con lo que en esos momentos sentía. Una ropa de viaje que estaba completamente mojada y ahora, comenzaba a ensuciarse, pero que aún con eso conservaba el recuerdo de la última vez junto a Christian.

Un momento en el que se gritó en silencio. En el que se pidió perdón y en el que se rogó la muerte. Un momento de odio a sí misma, de odio hacia su propia naturaleza que no le permitía morir tan fácilmente. Un odio hacia la lluvia que caía sobre ella, un odio hacia aquel auto que se había estropeado una tarde.

Un instante, en el que el peso de la soledad ya no pudo ser soportado. Un minuto de debilidad.

Un segundo de amor, de dolor, de vacío. Un instante de culpa.

Una despedida.

Recuerdos.

De promesas sin cumplir, de caminos sin recorrer. De tardes de lluvia que no serán compartidas, de un abrazo sin recibir, de una caricia que no será otorgada. De silencios, de temores… de vida. De sonrisas, de lágrimas. De pasado. De un presente que se siente como un siglo anterior.

Recuerdos de un último beso. De una sencilla mirada.

Un momento eterno, un segundo frío, una despedida cruel.

...

Y yo debía confesarme a mí misma, que nunca habría sido capaz de entender el dolor al que Rachel se enfrentaba, si no hubiera sido por aquella mirada vacía, por aquellos ojos tristes de los que ya no podían siquiera, ser derramadas más lágrimas.

Porque su corazón seguía latiendo, en un gesto inhumano de hacerle saber que seguía con vida, aunque parte de ella se hubiera marchado con Christian. Porque cada latido sólo significaba una cosa:

'…Sigues aquí… y vivirás sin él…'

Un susurro... una petición:

-No te vayas.

Dolor, por no poder ser escuchada. Vergüenza por ser tan egoísta. Culpa, por ser la causante de todo aquello. Impotencia, por no poder regresar el tiempo. Miedo, por tener que aprender a vivir sin él.

Levantar la mirada y fijarla en el cielo.

Cerrar los ojos.

Vivir mientras se muere. Luchar mientras se pierde.

Respirar profundo.

Una simple promesa, de tratar de continuar.

Sentir la lluvia, escuchar al viento.

Ponerse de pie.

Ser parte del mundo, de un mundo cruel y sin sentido. Caminar hacia una casa, en la que se habitó durante un tiempo mágico. Abrir la puerta y pensar en un niño indefenso en el supermercado.

Caminar hacia la escalera, recordando a un joven que nunca la pudo ver. Un café caliente, una historia diferente.

Melancolía.

Abrir una maleta y sacar de allí, ropa nueva… cambiarse en una habitación vacía, y llevar consigo las prendas de las que acababa de despojarse. Por la simple y sencilla razón, de que la camiseta que llevaba en sus manos, era la que tenía puesta cuando Christian le había abrazado aquella última vez.

Regresar a la sala.

Tomar el equipaje, recordando una tarde en la playa.

Dar media vuelta, pensando en los vecinos.

Un último vistazo a un lugar para el recuerdo.

Abandonar la casa, sin detenerse a mirar atrás de nuevo. Acercarse a un auto, que es recordado por averiarse en la carretera y se el pretexto perfecto para conocer a un joven maravilloso.

Guardar la maleta en el asiento trasero (y colocar sobre ella, la ropa que ha de secarse). Cerrar la puerta y detenerse a mirar hacia el bosque, un bosque que él recorrió, un bosque que guardó su dolor, un bosque que no era más que Christian en la más pura esencia y verdad.

Bajar la mirada y respirar profundo. Dar media vuelta y subir al auto. Encender el motor y empezar a conducir.

Pensar, respirar, llorar… vivir…

…sin él.

Y de esa forma había terminado todo.

Cuando Rachel abordó el avión, que la llevaría de regreso a la casa, que ya no podría llamar hogar, ya no le quedaban más lágrimas que derramar. No tenía deseos que cumplir ni metas que alcanzar. Solamente tenía dudas, recuerdos y dolor.

Se preguntaba cuándo volvería a sentirse bien con el resto del mundo. Cuándo sería capaz de hablar con alguien sin bajar la mirada. Cuándo podría seguir adelante, cuándo su vida volvería a ser, al menos un poco más normal que en ese momento.

Y la única respuesta que pudo encontrar, se la dio un niño sentado a su lado…:

-Sólo el tiempo lo dirá.

Rach lo miró, preguntándose si había dicho todo aquello en voz alta y cuando el niño la miró, le regaló una sonrisa… señalando un libro, que al parecer llegaba a su final. Ella lo miró desconcertada, durante un par de segundos y, luego asintió. Trató de sonreírle al pequeño y desvió la mirada a través de la ventanilla.

Pensó en su padre y supo en qué momento había comenzado a escribir, supo qué tuvo que haber sentido para convertirse en escritor y sólo pudo atribuir aquello a un dolor parecido al que ella ahora sentía.

Cerró los ojos justo cuando el avión iniciaba el despegue. Y volvió a abrirlos, al estar segura de estar volando lejos de todo.

Fue en ese momento que decidió comenzar a escribir su propia historia. Una historia que no leería nadie más que ella, pero que sentía que debía contar.

Su único impulso fue el miedo… el miedo a no poder cumplir sus promesas y llegar a olvidarse de Forks, de la lluvia y de aquel lobo blanco que la había hecho cambiar de tantas maneras.

Fue, gracias a ese impulso, que tomó un lápiz de su bolsa, le pidió a la aeromoza algo de papel y comenzó a escribir… dejando a un lado las lágrimas, pues no quería empañar su historia con ellas.

Escribió, aferrándose a sus letras, para no perder la batalla contra todo lo que sentía.

Escribió porque no tuvo más remedio. Porque a veces la única solución ante un suceso, de aquella magnitud, es dejarlo todo por escrito. Porque, tal vez fue la única salida que encontró…

Escribió para vivir… escribió para no rendirse… escribió, porque ella también necesitaba narrar una historia.

'…Muchas historias de amor, han sido contadas desde el único punto de vista, de una mujer feliz por haber alcanzado sus metas, cumplidos sus sueños y haber conocido al amor de su vida.

Infinidad de historias de vida, han comenzado a ser narradas desde el mismo momento en que el protagonista de la historia ve, por primera vez la luz del entorno que lo ha rodeado en su nacimiento.

Millones de personas se han sentido identificadas, con los personajes de una novela romántica, o de terror… inclusive una comedia.

Pero mi vida ha sido esto… una mezcla de las tres cosas. La unión de un sentimiento y el deseo de poder describir a la perfección, lo que siento al plasmar estas letras en una hoja de papel, obtenida de una aeromoza.

Esta es la historia de mi vida… que no comienza un 31 de Octubre, sino que da inicio a mi llegada a Forks.

¿Nunca han oído hablar de Forks? Pues, como diría mi conciencia, es un pueblo aburrido en el que eternamente llueve, en el que los chicos parecen ser fervientes creyentes de las misas dominicales y en el que un rato de diversión puede estar completamente ambientado en un sueño.

Pero, si quieren mi opinión, Forks resulta ser un lugar grandioso, con un clima extraño sí, pero increíble. Con carreteras repletas de historias, sobre un auto accidentado y un chico extraordinario que sirve de ayuda. Con un joven que no puede ver el mundo, pero que es capaz de ser mucho más vivaz que cualquier otro y con un chico, eternamente joven, que llega al pueblo huyendo de su propia historia.

Con vecinos agradables y un supermercado en el que colocan buena música. Con niños tiernos, que van de un lado a otro, corriendo felices. Con paisajes indescriptibles y un ambiente inigualable.

Un lugar en el que las mañanas están cubiertas de niebla y en el que, mientras duermes, eres arrullado por el sonido de la lluvia.

Un lugar de ensueño, con una playa cercana… la playa más hermosa que jamás van a poder encontrar. Una playa que guarda recuerdos. Que almacena vivencias.

Un lugar para comenzar una nueva vida… y ser testigo también de su final.

Forks, siempre Forks.

Un refugio, un hogar…'

Y el avión despegó… escribiendo un punto final en la historia de una joven de eternos ojos azules, de sedoso cabello castaño y de una vida extensa, por delante… una vida que no será la misma…

…por no poder compartirla con él."




***

Estas líneas forman parte de un último post en un foro de rol.
Sí, lamento si decepciono a algunos, si les parezco tonta a otros.
El hecho es que me gustan los foros de rol. Siento que es un espacio ideal para poder escribir y, trato de aprovecharlo al máximo.

En fin... estas líneas, vienen a ser el último mensaje que dejé en un foro de rol, basado en la serie "Crepúsculo" de Stephenie Meyer.

Sí, he leído Crepúsculo también, aunque en mi opinión (y si a alguien le molesta, lo lamento en el alma, de verdad) prefiero a Anne Rice.

El asunto real de todo esto, es que quise dejarlas aquí también, porque ha sido una de las cosas que he escrito que más me ha gustado y porque le impregné mucho de mí misma, me costó muchísimo escribirlo pero el resultado me gustó (en exceso, creo).

Aclaro algunas cosas:

-La historia de Rachel siempre fue narrada por su conciencia.
-Christian fue su novio.
-Forks, es una ciudad/pueblo en Washington (Estados Unidos) y es el escenario en el que se ambienta la saga de Meyer.
-El lobo blanco, es Christian. (Siguiendo en la onda de Meyer, es un licántropo).

Listo, creo que es todo lo que hay que aclarar.
Sólo queda por decir:

Gracias por leer.
Un beso (:

1 comentarios:

Anónimo dijo...

excelente extracto... tuve que forzar a mi mente a pensar que no se relacionaba con crepúsculo para poder leerlo xD

Un beso Iss, te cuidas mucho.

PD: ¿cómo sigue tu abuela? me avisas por msn...

 
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