Hoy desperté, luego de haber dormido unas, deprimentes, cuatro horas. No diré que desperté completamente tranquila, porque por si fuera poco el dormir doscientos cuarenta miserables minutos, las pesadillas me hicieron compañía. Lo bueno es que no fueron pesadillas de esas en las que despiertas llorando… digamos que, fue un sueño incomprensible, hasta el punto de llegar a ser intranquilo.
El asunto importante de todo esto es que desperté cansada. Era algo hasta cierto punto obvio que despertara de esa forma, pero luego de unos minutos mirando fijamente el techo y preguntándome qué era lo primero que tenía que hacer en el día, decidí que no estaba cansada… no a nivel físico y, ¿cómo no? Mi cabeza comenzó a hacer un recuento de las cosas que podrían lograr que estuviera agotada espiritual (aunque suene como una vidente) y mentalmente…
Y llegué a varias conclusiones que, obviamente, voy a enumerar.
La primera: Estoy cansada de las mentiras
Sí, estoy cansada de que la gente me mienta. Estoy cansada de tener que mentir para complacer a otros. Estoy cansada de sentirme engañada, de sentir que engaño. Me cansa el descaro que demuestra tener la gente cuando saben que mienten y creen que no me doy cuenta de ello. Estoy hastiada de esa situación.
La segunda: Estoy cansada de las traiciones
Me aturde la gente que traiciona. Creo que no hay nada peor que eso y lo sé, porque también he traicionado y sé lo que siente un traidor. No es algo de lo que me sienta orgullosa, es más, cualquiera podría pensar que debería callar eso… pero no. Como ya lo dije antes, me cansan las mentiras. Y sí, he traicionado. Y me he sentido mal por eso. El hecho es que desde hace mucho tiempo que cerré ese capítulo y me pudre tener que reabrirlo, odio que me traicionen.
La tercera: Me cansan las personas como tú
Aclaración: “Como tú”: quienquiera que lea esto y sepa que es capaz de llegar a cansarme de alguna u otra manera, que sepa que sí… va con él/ella. Es una lástima saber que van a haber más de dos personas que sientan que esto va con ellos/ellas.
Estoy cansada de ti. Estoy cansada de la falsa amistad que proclamas. Estoy cansada de ver cómo actúas. De saber que eres tan hipócrita, me cansa saber que no tienes una pizca de sentido común. Odio que me canse saber que cultivamos una bonita amistad y que, esa amistad ahora descansa plácidamente en cualquier cesto de basura. Me cansa sentirme mal por eso, me aturde saber que aún hay cosas que me ligan a ti. Pero, sobre todas las cosas, me agota darme cuenta que siempre supe el final que tendría todo esto. Me cansa no poder decir que ya no soy tu amiga porque realmente no quiero tener que admitir que nuestra amistad terminó. Me cansa que debas estar donde estoy siempre. Me cansa sentir que no puedo tener algo realmente mío sin que tú también lo tengas y creo que estoy empezando a odiarte y a odiar la parte de mí que te odia.
La cuarta: Estoy agotada de sentir tantos deseos de llorar, porque sé que no vale la pena.
Estoy cansada de todo esto, de esta absurda situación, me cansa no saber qué error cometí, porque asumo que debí de haber cometido un error. Me cansa saber que esto que escribo puede parecer una soberana estupidez y aún así continúo plasmando letras. Me cansa saber que puedo parecer patética al escribir esto y con todo y eso, lo sigo escribiendo.
Me cansa el absurdo concepto de la perpetuidad de las amistades: tengo muchos amigos, cosa que agradezco enormemente… pero muy pocos, muy, muy pocos son amigos de verdad, el resto son sólo falsos discursistas, de esos que prometen mil años de amistad y a los seis meses se marchan. De ese grupo he tenido suficiente y espero no tener más.
Y lo más importante de todo: me cansa haber llegado al punto de estar tan cansada.
Y sólo puedo decir una cosa: estoy tan cansada que he decidido que no me importa.
No me importa lo que pase, no me importa lo que hagan, no me importa lo que piensen, porque ya tuve suficiente, porque me conozco, porque prefiero quedarme con las cosas buenas, porque necesito pasar la página y dejar todo atrás.
¿Fuimos amigos? ¿Ya no lo somos?
Pues evalúate, yo ya lo hice conmigo y estoy completamente conforme con las conclusiones a las que llegué.
¿Te cuesta un mundo ser original?
Pues, lamento informarte que eso es sólo la muestra de lo patética que es tu vida. Y que quede claro, me jode la vida la gente como tú, pero así eres, así has vivido, así vivirás y yo no pienso perder más tiempo contigo… porque, simplemente no vale la pena.
¿Te encanta hablar a mis espaldas? ¿Ser hipócrita?
¡Hazlo! Por mí puedes hablar todo lo que quieras, nadie ha dicho que yo no hago lo mismo. ¿Y sabes qué? Lo disfruto mucho porque sé que quien empezó con todo fuiste tú… ¿Que me humillo? ¿Que me rebajo a tu nivel? Lo sé pero créeme que, si hay algo que nos diferencia es que yo puedo pasar la página, asumir mis errores y desterrarte de mi vida y eso es lo que haré hoy. Es una lástima para ti que no puedas decir lo mismo.
Así que lo anuncio aquí, hoy, en medio de este absurdo medio para descargar lo que siento que, puedes hacer con tu vida lo que quieras. Yo llego hasta aquí. Basta de hipocresías, basta de mentiras, basta de seguir tu juego… basta de ti. Basta de tu falsa amistad, basta de tu fraternidad por interés, basta de todo lo que tenga que ver contigo. Desde hoy, cierro el capítulo y sigo mi vida… porque perder mi tiempo contigo ha sido una de las peores cosas que me ha tocado vivir y, aún así, puedo sacarle al menos un aspecto positivo.
Ahí quedas tú… y ahí quedarás por siempre: en las simples hojas que cuentan los errores de mi vida. Y mientras tanto: yo sigo mi camino... cada vez más lejos de ti.
